viernes, 27 de junio de 2008

Confesión Depresiva, Suicida, Agotada, Decepcionada y Malgastada

Hay días en que despierto de esta mentira que he ido creando en mi mente. Esos días me doy cuenta de lo frágil que soy, de lo insignificante que es mi vida y la de todos. Simplemente soy una más del montón… una más entre tantos millones, billones y trillones.

Lo triste es cuando esos sentimientos se van haciendo cada vez más constantes, y comienzo a confundir entre la realidad y la fantasía. Esa fantasía es cada vez más falsa, más estúpida. Vivo en un lugar privilegiado, tengo una familia casi perfecta, la mejor educación, el cariño y amor de mis cercanos, un futuro armado… esa fantasía me duele, porque no es mía. Cuánta gente quisiera vivir como yo, tener lo que tengo (no hablo de lo material, sino al cariño de los demás).

Sin embargo, estoy desesperada por escapar… correr lo más lejos posible de ese futuro que me espera. La vida convencional de esta sociedad no es para mí. Estudiar, casarse, tener hijos, trabajar, tener más hijos, trabajar más, juntar plata, pagar deudas, ahorrar... etc…. No es eso lo que quiero para mí, y sé que es eso lo que tendré. Esa es mi vida, ese es mi futuro.

Es complicado fingir constantemente cierto estado de ánimo, sólo para evitar dar explicaciones a todos y cada uno de los que te rodea... Es por eso que elijo mentir... intentar sonreír aunque por dentro vea las cosas negras...

¿Cómo hacer cuando todos esperan de ti algo que no eres, cuando te cuestionas si el rumbo que toma tu vida es el indicado? ¿Cómo cambiar las cosas que ya están determinadas? A veces el miedo te la gana y te quedas estancado en algo que no te convence, que te hace mal. Creo que en esta sociedad habemos muchos cobardes. Somos así porque no nos atrevemos a vencer las frustraciones y no estancamos en ellas. Tenemos ganas de superarlas pero al mismo tiempo elegimos quedarnos en aquel abismo. Queremos ser felices pero no lo intentamos, sólo nos consolamos con un par de risas semanales que nos alegran pero duran menos de lo que esperábamos.

Empezamos cada año con la esperanza de que sea mejor que el anterior. Después de unos meses nos damos cuenta de que nuestros deseos no se cumplieron, que el tiempo pasa igual, con los mismos problemas, los mismos miedos, las mismas actitudes y los mismos defectos.

Así, no dan ganas de seguir.