jueves, 23 de agosto de 2007

Playa

El otro día me pasó algo raro… de la nada me dieron ganas de ir a la playa, no a tomar sol, sino a caminar. La verdad es que nunca me había gustado el mar, le tenía miedo, me molestaba la arena en los pies, la brisa marina me desagradaba. Ese día, de la nada partí con la idea de caminar hasta que se me aclarara la mente. Quizá tenía muchas cosas en mi cabeza que no me dejaban pensar con claridad, y el sol invernal me invitó a reflexionar junto a él…

En mucho tiempo no me había permitido a mi misma pensar en algunas cosas que me estaban pasando, y ese día me obligué a hacerlo… me obligué a enfrentar mis sentimientos. Mientras paseaba con el mp3 en el volumen más alto, por fin me encontré conmigo misma… me di cuenta de que no todo estaba tan bien como yo quería que estuviera. Me di cuenta de que he estado evitando sufrir lo que tengo que sufrir, llorar lo que tengo que llorar, quizá por hacerme la fuerte, por creerme tan bkn que no siento pena, que olvido de un día pa otro. Pero obviamente no es así, no soy fuerte, no soy bkn… soy humana, y sí sufro, sí lloro, y no olvido tan fácilmente.

Después de entender eso, me cague de la risa de mi misma, porque es rico no olvidar, es rico llorar. A veces las personas nos aferramos a cosas o personas que en algún momento nos hicieron felices… pero ya comprobé (no sólo yo), que la felicidad es sólo un estado mental efímero, que se instala en nuestras vidas y nos da momentos plenos… bacanes… pero al fin y al cabo, momentos que se acaban, que pasan a ser lindos recuerdos…

No es malo aferrarse a los recuerdos, no es malo intentar salvar algo que no tiene salvación… Es humano, es normal, todos lo hemos hecho alguna vez. Sin embargo, dejarlo ir, hacer un paso al lado es más satisfactorio que luchar solo…

Ese día en la playa me sentí feliz… suena contradictorio jaja, pero estaba feliz de darme cuenta de que las cosas que me han pasado este último tiempo me han hecho crecer como nunca, que son cosas buenas, y que guardo los mejores recuerdos de tiempos felices… y otros no tan felices. Sólo rescato lo bueno y miro al pasado con una sonrisa… estoy lista para descubrir otras cosas, para seguir mi viaje en busca de la “felicidad”.

La playa… uf! ese paseo me abrió los ojos… Por fin respiro!!!

lunes, 6 de agosto de 2007

Desde lo más profundo de La Habana

Típico de las vacaciones de invierno que uno quiere puro escapar del frío e instalarse en una isla caribeña, con 35° de calor y 70% de humedad. Esta vez quería escapar de algo más, y partí con puras mujeres (madre, tías y primas) a la paradisíaca isla de Cuba.

Íbamos con todas las ganas de echarnos guatita al sol y que unos negros nos echaran viento con hojas de palmera mientras nos tomábamos un trago en la playa. Pero nos encontramos con una realidad muy distinta, al menos en La Habana. Como muchos deben saber, Cuba es un país comunista que vive bajo el gobierno de Fidel Castro. Los cubanos tienen asegurada la educación, salud y… supuestamente todo. Suena bonito, pero la verdad es que de bonito no tiene nada, y no lo digo yo, lo dicen miles de habaneros que no están para nada agradecidos de Fidel.

Cuando estuve en La Habana tuve la suerte de conversar con muchos cubanos acerca de su situación. Son personas muy alegres y abiertas, que no tienen problema con hablar sobre lo mal que lo pasan, o lo oprimidos que se sienten. Algunas de las cosas que me contaron, y que encontré impactantes, las quiero nombrar a continuación. La verdad es que no tengo muchos conocimientos sobre el tema, sólo quiero ser mensajera de aquellos que no tienen derecho a voz en un país que dice ser libre.

El sueldo promedio de un cubano es de 250-300 pesos cubanos, que equilaven a 12 dólares app. Además de eso reciben una canasta por familia, que supuestamente debiera alcanzar para todo el mes, pero que, según Mirvel (guía turístico que conocí), a mitad de mes ya se acabó. Por supuesto no tienen que preocuparse por la educación, ni por los materiales para la escuela… pero con doce dólares o un poco más tienen que sobrevivir, es decir, comprarse los útiles de aseo, ropa, entretención, etc, y etc, y etc…

Hasta hace un par de años, los cubanos no podían acercarse a los turistas, por una cuestión de “seguridad”, como si fueran a hacernos daño. O sea, eran tratados como delincuentes en su propio territorio. Tampoco podían bañarse en sus playas, cosa que ha cambiado con el tiempo. Sin embargo, aún no están autorizados para quedarse en hoteles. Es decir, si una familia quiere irse un fin de semana a un hotel a descansar… no puede!!! La ley no se lo permite (y tampoco les alcanza). Me llegó mucho una frase que dijo Mirvel cuando se refería a este tema. Era algo así como “nosotros los cubanos no tenemos derecho a disfrutar de nuestro propio país”. Decía que hay tantas leyes en Cuba que casi todo es ilegal… ¿es eso libertad?

Acá en Chile, y en muchos lugares del mundo, los medios muestran a Fidel como un líder al cual todos aman y siguen fervorosamente, y aproveché de preguntarle a Mirvel por qué si se sienten tan oprimidos, la prensa muestra algo diferente, por qué van miles de fanáticos a la Plaza de la Constitución cada vez que este caballero hace un discurso público, y por qué cada vez que atentaban contra su vida la gente lloraba y rezaba por él. Lo que me respondió fue que en realidad esa es una manipulación de los medios, es lo que se muestra hacia afuera, pero que no es tan así, y dijo que la gente va a la calle cuando él habla frente al pueblo porque es una obligación. También es verdad que hay gente que lo apoya y que esta conforme con su forma de gobierno, pero asegura que no son muchos.

Y así, me dediqué a escuchar a la gente, a compartir con ellos, a disfrutar de su cultura. Mal que mal, no todo es tan terrible, ellos aprendieron a vivir así. Los paisajes son bellos, caminas por las calles de la ciudad y la gente canta, baila y sonríe. Algo tienen, no sé muy bien qué es, quizás el clima, mezclado con lo que les ha tocado vivir, pero tienen una actitud tan positiva ante la vida, se nota que son luchadores, y eso hace que todo lo malo parezca poco.