La mente humana, maldita traicionera. Por más que intente no pensar en algo, todo lo que veo, escucho o toco me recuerda a ello. A veces uno no controla los sentimientos, pero debería al menos manejar los pensamientos. Sin embargo, mi cerebro insiste en restregarme en la cara los recuerdos.
He intentado resguardarme en el odio, en el rencor. He inventado excusas para odiar, pero una vez que lo logro, aparecen frente a mí gestos tiernos, detalles… esos detalles que tanto me gustan. Pero debo ser fuerte, mal que mal es sólo cosa de tiempo… “Es normal”, me digo, qué cínica puedo llegar a ser a veces. Me autoconvenzo de que es normal pasar por momentos de debilidad, que en poco tiempo me reiré de esto… y nuevamente la maldita traicionera se confabula con el corazón y hacen que me cuestione si fue realmente para mejor.
“¡Sí! Fue para mejor”. Estoy más que bien, salgo, me río, bailo, leo, corro, camino, me corto el pelo, me lo tiño, duermo… “Sí!”, insisto, “fue para mejor”… Mmm, entonces ¿por qué siento que algo me falta? ¿Por qué mis sueños me siguen traicionando por las noches? Malditos sueños, maldita primavera enamoradiza, que trajo consigo colores y olores para ser compartidos. No quiero compartirlos…sí, quiero compartirlos. Maldito cupido que anda disparando flechas por doquier sin acertar. No quiero que me llegue una flecha, sólo quiero olvidar…
Pero basta!!! A quién engaño, no quiero olvidar... la idea no es olvidar. Quiero superar, quiero aferrarme a los recuerdos que hace 5 minutos quería borrar. Necesito saber si uno puede aferrarse y al mismo tiempo seguir adelante. Hasta el momento eso es lo que he intentado hacer, mi corazón se aferra y mi mente, cuando está de mi parte, quiere seguir adelante. El problema es cuando la mente se porta mal y se queda pegada, cuando el corazón la convence de burlarse de mí, y me traicionan.
Por el momento me seguiré autoconvenciendo de que “es normal”, “es parte del proceso”… a ver qué pasa mañana, a ver que dicen mis sueños esta noche.
He intentado resguardarme en el odio, en el rencor. He inventado excusas para odiar, pero una vez que lo logro, aparecen frente a mí gestos tiernos, detalles… esos detalles que tanto me gustan. Pero debo ser fuerte, mal que mal es sólo cosa de tiempo… “Es normal”, me digo, qué cínica puedo llegar a ser a veces. Me autoconvenzo de que es normal pasar por momentos de debilidad, que en poco tiempo me reiré de esto… y nuevamente la maldita traicionera se confabula con el corazón y hacen que me cuestione si fue realmente para mejor.
“¡Sí! Fue para mejor”. Estoy más que bien, salgo, me río, bailo, leo, corro, camino, me corto el pelo, me lo tiño, duermo… “Sí!”, insisto, “fue para mejor”… Mmm, entonces ¿por qué siento que algo me falta? ¿Por qué mis sueños me siguen traicionando por las noches? Malditos sueños, maldita primavera enamoradiza, que trajo consigo colores y olores para ser compartidos. No quiero compartirlos…sí, quiero compartirlos. Maldito cupido que anda disparando flechas por doquier sin acertar. No quiero que me llegue una flecha, sólo quiero olvidar…
Pero basta!!! A quién engaño, no quiero olvidar... la idea no es olvidar. Quiero superar, quiero aferrarme a los recuerdos que hace 5 minutos quería borrar. Necesito saber si uno puede aferrarse y al mismo tiempo seguir adelante. Hasta el momento eso es lo que he intentado hacer, mi corazón se aferra y mi mente, cuando está de mi parte, quiere seguir adelante. El problema es cuando la mente se porta mal y se queda pegada, cuando el corazón la convence de burlarse de mí, y me traicionan.
Por el momento me seguiré autoconvenciendo de que “es normal”, “es parte del proceso”… a ver qué pasa mañana, a ver que dicen mis sueños esta noche.