Esta película la empecé a ver sin saber siquiera de qué se trataba. Una amiga me la recomendó y me tincó el nombre así que la bajé de Internet en menos de una hora (Sí, tengo wi-fi de alta velocidad de descarga, yei!)
Cuando empezó me imagine algo al estilo de “La vida es bella”, de esas que te sacan risas y después te hacen llorar a mares. Pero no, nada de risas. Ésta me hizo llorar desde el principio.
La cinta esta basada en la novela del escritor irlandés John Boyne, y dirigida por Mark Herman, quien también escribió el guión y fue productor ejecutivo. Bruno (Asa Butterfield), de ocho años, es hijo de un oficial nazi en
Una vez en allá, Bruno sale a explorar y se encuentra con el alambrado del campo de concentración, y, al otro lado de la reja, está Shmuel (Jack Scanlon), un niño, de su misma edad, pero hambriento y sucio, la cabeza rapada y pijama a rayas.
Es con esta amistad, marcada por la inocencia de ambos, que Bruno empieza a cuestionarse la bondad de su padre, y a conocer lo que pasa realmente fuera de la burbuja en la que vive.
También me gustó porque retrata una parte tal vez olvidada de este momento de la historia, y es que no todos los alemanes estaban conformes con lo que estaba pasando, como se demuestra con el personaje de la madre de Bruno, la estadounidense Vera Farmiga y otros personajes secundarios.
Me encantó la fotografía, y la música la encontré muy ad hoc Una de las mejores películas del momento. La recomiendo 100%, pero aconsejo tener un paquete de pañuelos desechables a mano.